América Latina y el Caribe presentan una larga historia colonial de problemáticas forestales. Distintos organismos intergubernamentales articulados desde Estados autodenominados «desarrollados», han presentado numerosos mecanismos de «ayuda» económica (programas y fondos) dirigidos a la gestión neoliberal de los bosques en países que califican «en desarrollo». El objetivo de este artículo es analizar críticamente estos aspectos de la dimensión económica y geopolítica de los organismos intergubernamentales, para luego indagar el modo en que influencian las principales políticas forestales latinoamericanas y caribeñas. Particularmente, indagamos el Programa ONU-REDD, un relevante mecanismo que otorga financiamiento a cada país que cumpla, entre otras cosas, la condición de elaborar una estrategia nacional REDD que implemente su enfoque, influenciando directamente la mayoría de las políticas forestales de la región. Nuestro trabajo concluye que el Programa ONU-REDD establece cierta diferencia colonial dada por la carencia de «desarrollo» de determinados Estados, lo que habilita su dominación desde el nivel intergubernamental. Esta lectura decolonial de los mecanismos económicos que operan bajo el imperativo del «desarrollo», constituye una buena posibilidad para visibilizar su otra cara de la moneda, el lado de la colonialidad.
América Latina y el Caribe presentan una larga historia colonial de problemáticas forestales. Distintos organismos intergubernamentales articulados desde Estados autodenominados «desarrollados», han presentado numerosos mecanismos de «ayuda» económica (programas y fondos) dirigidos a la gestión neoliberal de los bosques en países que califican «en desarrollo». El objetivo de este artículo es analizar críticamente estos aspectos de la dimensión económica y geopolítica de los organismos intergubernamentales, para luego indagar el modo en que influencian las principales políticas forestales latinoamericanas y caribeñas. Particularmente, indagamos el Programa ONU-REDD, un relevante mecanismo que otorga financiamiento a cada país que cumpla, entre otras cosas, la condición de elaborar una estrategia nacional REDD que implemente su enfoque, influenciando directamente la mayoría de las políticas forestales de la región. Nuestro trabajo concluye que el Programa ONU-REDD establece cierta diferencia colonial dada por la carencia de «desarrollo» de determinados Estados, lo que habilita su dominación desde el nivel intergubernamental. Esta lectura decolonial de los mecanismos económicos que operan bajo el imperativo del «desarrollo», constituye una buena posibilidad para visibilizar su otra cara de la moneda, el lado de la colonialidad.