La cantidad de propuestas y la diversidad de definiciones sobre el alcance y la escala de una comarca –casi todas ellas fundamentadas en la historia o en el medio físico– que se han dado en Cataluña desde mediados del siglo XIX ha implicado un debate rico pero muy disperso y hasta confuso. Con el objetivo de para dar solidez y rigor a dicho debate, en 1931 la Casa del Vallès promueve un ciclo de conferencias dictadas por expertos liderados por Pau Vila quien imparte su charla pocos días después de la proclamación de la II República Española. Según Vila, ello precipita las cosas ya que se abre para la Cataluña autónoma una excelente oportunidad para romper con la reprobada dinámica provincial. Cuando semanas después las conferencias se publican en formato de libro, Vila añade un apéndice con una propuesta de división territorial basada en comarcas y regiones que se convertirá en pauta inspiradora para el trabajo posterior de la Ponencia que la Generalitat crea para elaborar el mapa de la división comarcal. Con el fin de obtener «una delimitación práctica» –la división deberá ser utilizada en la administración, gestión y gobierno de la Cataluña autónoma– la propuesta de Vila aboga por no tener en cuenta las comarcas naturales y las históricas –las considera tradicionalistas y nostálgicas– e introducir una valoración de los elementos económicos, de las relaciones sociales y del tráfico actual, a través del estudio de los centros de mercado a los que se dirige la gente de cada comarca y de las comunicaciones que conducen hasta ellos.
La cantidad de propuestas y la diversidad de definiciones sobre el alcance y la escala de una comarca –casi todas ellas fundamentadas en la historia o en el medio físico– que se han dado en Cataluña desde mediados del siglo XIX ha implicado un debate rico pero muy disperso y hasta confuso. Con el objetivo de para dar solidez y rigor a dicho debate, en 1931 la Casa del Vallès promueve un ciclo de conferencias dictadas por expertos liderados por Pau Vila quien imparte su charla pocos días después de la proclamación de la II República Española. Según Vila, ello precipita las cosas ya que se abre para la Cataluña autónoma una excelente oportunidad para romper con la reprobada dinámica provincial. Cuando semanas después las conferencias se publican en formato de libro, Vila añade un apéndice con una propuesta de división territorial basada en comarcas y regiones que se convertirá en pauta inspiradora para el trabajo posterior de la Ponencia que la Generalitat crea para elaborar el mapa de la división comarcal. Con el fin de obtener «una delimitación práctica» –la división deberá ser utilizada en la administración, gestión y gobierno de la Cataluña autónoma– la propuesta de Vila aboga por no tener en cuenta las comarcas naturales y las históricas –las considera tradicionalistas y nostálgicas– e introducir una valoración de los elementos económicos, de las relaciones sociales y del tráfico actual, a través del estudio de los centros de mercado a los que se dirige la gente de cada comarca y de las comunicaciones que conducen hasta ellos.
