Reflexiones

El jueves 9 de octubre se alcanzó un alto el fuego en Gaza después de dos años de muertes, mutilaciones, desplazamientos, separaciones, escombros, ruinas, dolor. Lejos queda la paz. Se trata de una pausa que habrá que trabajar con precisión quirúrgica para sostener. Por el momento, el fuego se despeja y de a poco va apareciendo el aire que permite respirar y nos entrega un espacio para pensar.

Hablar de Gaza es extremadamente difícil: hay que buscar el espacio, el marco, el tono y la cadencia necesarios para traspasar esas barreras que se nos levantan cuando escuchamos algo que choca contra nuestras más firmes y enquistadas creencias. Buscar el tono, es decir, buscar los vericuetos por dónde entrar, perforar con la palabra, enlazarnos con el otro.

Y para esto las Ciencias Sociales y las Humanidades -esas dos formas del conocimiento científico tan vilipendiadas últimamente- resultan una buena compañía. Ellas nos entregan técnicas que nos permiten ubicarnos en ese espacio que se forma entre las conversaciones cotidianas, los posicionamientos políticos e ideológicos y el horror o la tragedia. Las Ciencias Sociales y Humanas nos dan un lenguaje para poder conversar. Particularmente, aquí busco poner en funcionamiento las Relaciones Internacionales, la disciplina abocada al estudio de lo internacional.

​El jueves 9 de octubre se alcanzó un alto el fuego en Gaza después de dos años de muertes, mutilaciones, desplazamientos, separaciones, escombros, ruinas, dolor. Lejos queda la paz. Se trata de una pausa que habrá que trabajar con precisión quirúrgica para sostener. Por el momento, el fuego se despeja y de a poco va apareciendo el aire que permite respirar y nos entrega un espacio para pensar. Hablar de Gaza es extremadamente difícil: hay que buscar el espacio, el marco, el tono y la cadencia necesarios para traspasar esas barreras que se nos levantan cuando escuchamos algo que choca contra nuestras más firmes y enquistadas creencias. Buscar el tono, es decir, buscar los vericuetos por dónde entrar, perforar con la palabra, enlazarnos con el otro. Y para esto las Ciencias Sociales y las Humanidades -esas dos formas del conocimiento científico tan vilipendiadas últimamente- resultan una buena compañía. Ellas nos entregan técnicas que nos permiten ubicarnos en ese espacio que se forma entre las conversaciones cotidianas, los posicionamientos políticos e ideológicos y el horror o la tragedia. Las Ciencias Sociales y Humanas nos dan un lenguaje para poder conversar. Particularmente, aquí busco poner en funcionamiento las Relaciones Internacionales, la disciplina abocada al estudio de lo internacional. Read More

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