A pesar de los intentos previos de analizar y combatir la desinformación, siguen resultando escasas las iniciativas capaces de medir el fenómeno de manera amplia y sistemática. Una de las aproximaciones más productivas se ha basado en el estudio de los desmentidos realizados por agencias de verificación. Centrados en el caso español, se ha utilizado un instrumento previamente validado para realizar un análisis de contenido de 4245 desmentidos realizados por Maldito Bulo (perteneciente a la iniciativa Maldita.es, uno de los fact-checkers de referencia en España) entre 2017 y 2022. Se ha identificado la presencia predominante de temáticas sociales, aunque con la política como materia subyacente y transversal, reforzando el rol polarizador de la desinformación. Además, se observó que la mitad de los contenidos desmentidos podían utilizarse para fomentar el odio o el rechazo hacia determinados colectivos. Entre los formatos y plataformas de difusión, destacan los contenidos textuales y Twitter. Respecto a la evolución temporal, junto a una mayor diversidad de formatos y plataformas, se confirma la gran disrupción de la pandemia, tanto en temáticas como en cantidad de desmentidos, sobre todo en 2020. También se observa una mayor presencia de contenidos que pueden fomentar el odio en los dos últimos años de la muestra.
A pesar de los intentos previos de analizar y combatir la desinformación, siguen resultando escasas las iniciativas capaces de medir el fenómeno de manera amplia y sistemática. Una de las aproximaciones más productivas se ha basado en el estudio de los desmentidos realizados por agencias de verificación. Centrados en el caso español, se ha utilizado un instrumento previamente validado para realizar un análisis de contenido de 4245 desmentidos realizados por Maldito Bulo (perteneciente a la iniciativa Maldita.es, uno de los fact-checkers de referencia en España) entre 2017 y 2022. Se ha identificado la presencia predominante de temáticas sociales, aunque con la política como materia subyacente y transversal, reforzando el rol polarizador de la desinformación. Además, se observó que la mitad de los contenidos desmentidos podían utilizarse para fomentar el odio o el rechazo hacia determinados colectivos. Entre los formatos y plataformas de difusión, destacan los contenidos textuales y Twitter. Respecto a la evolución temporal, junto a una mayor diversidad de formatos y plataformas, se confirma la gran disrupción de la pandemia, tanto en temáticas como en cantidad de desmentidos, sobre todo en 2020. También se observa una mayor presencia de contenidos que pueden fomentar el odio en los dos últimos años de la muestra.